jueves, 12 de noviembre de 2009

La gesta africana

La última reunión previa a la COP 15 de Copenague se realizó entre el 2 y el 6 de noviembre en Barcelona, España, con resultados que alejan la posibilidad de alcanzar un acuerdo global en el cual los países industrializados se comprometan a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Ya se está hablando del 2010, de cerrar un acuerdo en una ‘COP 15 bis’ ante la imposibilidad de que haya un consenso acerca de cúanto debe bajar las emisiones cada país.
El primer día, el lunes 2 de noviembre, Africa y la alianza de pequeños estados insulares (AOSIS) con el apoyo del G77 (incluyen China, India, Venezuela y Bolivia), exigieron ante el grupo de negociación de nuevos compromisos futuros (AWG-PK), que no se negociara ningún otro tema de la agenda hasta que no se definan los números del acuerdo que sustituirá al Protocolo de Kioto.
Algunos delegados entendieron este gesto como un intento de los africanos de orientar las negociaciones hacia el tema más importante y urgente, otros como una táctica cuestionable que no dio ningún resultado.
¿A 30 días de Copenague, recordarles a los países desarrollados cuál fue el objetivo de las Talks a las que concurrieron durante todo este año, es solamente una táctica cuestionable? ¿De que se habló en todas las conferencias internacionales sobre cambio climático y en los medios de comunicación durante el 2009 entonces?
La gesta africana tuvo su efecto, de hecho determinó que se suspendiera el programa de trabajo hasta el atardecer del martes siguiente, en el que se acordó destinar el 60 por ciento del tiempo a consensuar la parte numérica del futuro acuerdo.
Y así asomaron los primeros números:
En cuanto a reducción, la UE comprometió un 20 a 30 por ciento, Japón el 25, Islandia el 15.
El G77-China sugirió que en nuevo tratado tuviera vigencia por 5 años, Australia se inclinó por un periodo de 5 a 8 años y la Unión Europea, con el apoyo de Japòn, Noruega y la Federación Rusa indicó que lo más adecuado serían 8 años.
Donde aparece el mayor desacuerdo, es en el año base: algunos países quieren seguir teniendo como referencia las emisiones de 1990, el mismo que Kioto; otros prefieren una tabla múltiple en el que se debe alcanzar determinado target de reducción en determinado año.
Aun el pequeño avance que esto sugiere, tanto el grupo Africa y las ONG ambientalistas exigieron que cuanto antes den a conocer los números para determinar si se ajustan a los porcentajes de reducción exigidos por el IPCC del, que son del 25 al 40 por ciento de los niveles de emisión registrados en 1990.
El tiempo se acaba, la paciencia también. ¿Aparecerá la grandeza de los gobernantes?

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