
La segunda semana de la COP16 comienza con las reuniones llamadas "de alto nivel" en la cuales los ministros y/o máximas autoridades ambientales de los países que forman parte del Convenio y del Protocolo de Kioto tratan de aprobar los textos que se vienen trabajando desde la semana anterior. Hay incertidumbre, pero hay una fuerte decisión de México de alcanzar acuerdos parciales que deberán completarse en la próxima cumbre que se llevará a cabo en Sudáfrica.
Pero bueno, ya sabemos que los enemigos conocidos quieren embarrar la cancha y cómo, al menos parece que China flexibilizó un poco su posición, pero al igual que otros países grandes emisores, no va a ceder si no ceden los demás. Estados Unidos, por su parte no quiere saber nada de acuerdos parciales, y bueno, ya se sabe la posición de Japón.
Pero hay una esperanza, mínima. Sino pregunten a los jóvenes presentes en la Convención que han logrado el primer consenso de la COP en relación al Artículo 6 de la CMNUCC sobre educación.
La gran cantidad de chicos y chicas que se movilizaron hasta Cancún ha llamado la atención de las delegaciones, especialmente la de República Dominicana que doblegó la resistencia de los Estados Unidos, acordando que se incluya a la juventud en la toma de decisiones a nivel local, nacional e intergubernamental en materia de cambio climático, y requiere que todos los países apoyen la educación no formal junto a la formal en el tema. A esto se le suma que el Global Enviromental Facility (GEF-un Fondo creado por 182 países asociados con instituciones internacionales, organizaciones civiles y el sector privado con el fin de dar apoyo económico a proyectos ambientales en países pobres y en vías de desarrollo) decidió facilitar el financiamiento para actividades educativas y de entrenamiento.
Gracias a los jóvenes de ahora, nuestras generaciones futuras tendrán voz y voto en sus localidades, países y Cumbres. Ojalá sean oídos.
La imagen que ilustra este post es una instalación que organizó Greenpeace y 350.org con el artista Jason Taylor, cuyas esculturas fueron puestas en el fondo del océano y miles de activistas con su vestimenta habitual se metieron al agua con la intención de llamar la atención sobre las poblaciones que están en riesgo de quedar bajo el agua por el aumento del nivel del mar.
Foto: Jason Taylor/Greenpeace
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