domingo, 29 de noviembre de 2009

Stiglitz y el Cambio Climático

En un trabajo especial previo a la COP 15 de Copenague, la organización Project Syndicate, organizó un seminario previo que incluyó una serie de entrevistas con prestigiosos especialistas que trabajaron en el tema cambio climático. Uno de ellos es el economista Joseph Stiglitz, ex miembro del Fondo Monetario Internacional, ganador del Premio Nobel de Economía en el 2001 e integrante del IPCC que redactó el Cuarto Informe de Situación que le valió su segundo Nobel, el de la Paz, en el 2007.
Uno de los medios entrevistados fue el diario argentino Clarín, quien señaló al economista, como una verdadera estrella de rock, dado que obtuvo 30 veces mayor cantidad de solicitudes de entrevistas en comparación con sus colegas.
El ganador del Nobel sostuvo que “se debe trabajar contra la pobreza y el cambio climático al mismo tiempo: si no hacemos algo con respecto al cambio climático, se generará más pobreza. O sea que un fracaso en las discusiones de Copenhague sería un paso adelante en la creación de más pobreza. La razón es obvia: los afectados por el cambio climático se encuentran desproporcionadamente en los países en desarrollo”.
En cuanto a la posibilidad de llegar a un acuerdo y las posibilidades de que efectivamente pueda ser implementado por todos los países, Stiglitz dijo “Creo que la pregunta básica que nos puede dar una respuesta a esto es ¿cómo compartimos la carga del ajuste y quién paga el precio? Todos pagaremos el precio porque nadie será capaz de emprender la acción. En razón de la pobreza, desde un punto de vista ético, el ajuste tiene que ser sufrido por los países desarrollados. No sólo contribuyeron a los aumentos de los gases con efecto invernadero en los últimos 200 años, sino que siguieron contaminando desde 1990, cuando se reconoció el problema.”
En cuanto al método de implementación del hipotético acuerdo, economista se inclina por la implementación de un impuesto a la tonelada de carbono emitida por cada país, contra el sistema “cap and trade”, que otorga un cupo de emisiones a cada país de acuerdo al nivel de éstos al momento de la firma del nuevo tratado. Este último, según Stiglitz, podría crear mayores diferencias entre países ricos y pobres, y generar una crisis económica mayor a la que hoy está sucediendo.

La gran Barack

Este jueves 26 de noviembre en la sección Internacionales de los diarios argentinos, una noticia llamó la atención de quienes seguimos el derrotero hacia la COP 15, y es que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció que va a ir a la Cumbre con un plan de reducción de emisiones para su país ¡con números!
¿Qué lo hizo cambiar de actitud, y proponer que su país reduzca sus emisiones un 17 por ciento para 2020, y 83 por ciento para el 2050, en comparación con las registradas en el 2005? La respuesta parece estar en la necesidad de mostrar iniciativa cuando ya las papas queman (demasiado), y demostrar que no seguirá el camino tomado por su antecesor George W. Bush.
Y, es verdad, es el gran gesto que estaban esperando varios países para sentarse a discutir un nuevo tratado que reemplace al Protocolo de Kioto.
Pero el escepticismo todavía manda en quienes ya llevan varios años siguiendo la cuestión política del cambio climático. Veamos:
Obama va a ir al principio de la cumbre, no al final, cuando las discusiones toman mayor temperatura. Digamos que el presidente da el puntapié inicial, pero se retira del juego apenas empieza.
Las cifras propuestas son las mismas del proyecto de ley que tiene media sanción en el parlamento estadounidense y que recién comenzó a ser tratado en el Senado. Si la iniciativa ya genera ciertas resistencias entre los legisladores de la cámara alta, el gesto del primer mandatario echa más leña al fuego, ya que los intima a aprobarlo. ¿Pero qué salvaría a Obama del papelón si no se aprueba o o establece números menos ambiciosos de reducción emisiones?
La prensa vio el acontecimiento como una muestra de coraje del presidente estadounidense, en relación a "Coraje" el nombre del pavo al que decidió perdonarle la vida en una ceremonia tradicional que se realiza previo al Día de Gracias, ocasión en la cual anunció su decisión de concurrir a la COP 15.
Esperamos que no se lo hagan comer.

jueves, 12 de noviembre de 2009

La gesta africana

La última reunión previa a la COP 15 de Copenague se realizó entre el 2 y el 6 de noviembre en Barcelona, España, con resultados que alejan la posibilidad de alcanzar un acuerdo global en el cual los países industrializados se comprometan a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Ya se está hablando del 2010, de cerrar un acuerdo en una ‘COP 15 bis’ ante la imposibilidad de que haya un consenso acerca de cúanto debe bajar las emisiones cada país.
El primer día, el lunes 2 de noviembre, Africa y la alianza de pequeños estados insulares (AOSIS) con el apoyo del G77 (incluyen China, India, Venezuela y Bolivia), exigieron ante el grupo de negociación de nuevos compromisos futuros (AWG-PK), que no se negociara ningún otro tema de la agenda hasta que no se definan los números del acuerdo que sustituirá al Protocolo de Kioto.
Algunos delegados entendieron este gesto como un intento de los africanos de orientar las negociaciones hacia el tema más importante y urgente, otros como una táctica cuestionable que no dio ningún resultado.
¿A 30 días de Copenague, recordarles a los países desarrollados cuál fue el objetivo de las Talks a las que concurrieron durante todo este año, es solamente una táctica cuestionable? ¿De que se habló en todas las conferencias internacionales sobre cambio climático y en los medios de comunicación durante el 2009 entonces?
La gesta africana tuvo su efecto, de hecho determinó que se suspendiera el programa de trabajo hasta el atardecer del martes siguiente, en el que se acordó destinar el 60 por ciento del tiempo a consensuar la parte numérica del futuro acuerdo.
Y así asomaron los primeros números:
En cuanto a reducción, la UE comprometió un 20 a 30 por ciento, Japón el 25, Islandia el 15.
El G77-China sugirió que en nuevo tratado tuviera vigencia por 5 años, Australia se inclinó por un periodo de 5 a 8 años y la Unión Europea, con el apoyo de Japòn, Noruega y la Federación Rusa indicó que lo más adecuado serían 8 años.
Donde aparece el mayor desacuerdo, es en el año base: algunos países quieren seguir teniendo como referencia las emisiones de 1990, el mismo que Kioto; otros prefieren una tabla múltiple en el que se debe alcanzar determinado target de reducción en determinado año.
Aun el pequeño avance que esto sugiere, tanto el grupo Africa y las ONG ambientalistas exigieron que cuanto antes den a conocer los números para determinar si se ajustan a los porcentajes de reducción exigidos por el IPCC del, que son del 25 al 40 por ciento de los niveles de emisión registrados en 1990.
El tiempo se acaba, la paciencia también. ¿Aparecerá la grandeza de los gobernantes?